Botnet es una red de dispositivos infectados por malware que han sido comprometidos y controlados de manera remota por un atacante. Estos dispositivos, que pueden incluir computadoras, servidores, teléfonos inteligentes y otros dispositivos conectados a Internet, se conocen como «bots» o «zombis». Los botnets se utilizan comúnmente para llevar a cabo actividades maliciosas, como ataques de denegación de servicio distribuido (DDoS), envío de spam, robo de información y minería de criptomonedas.
El proceso de creación de un botnet comienza con la infección de dispositivos a través de métodos como correos electrónicos de phishing, vulnerabilidades de software o descargas de aplicaciones maliciosas. Una vez que un dispositivo está infectado, el malware permite al atacante tomar control de él sin el conocimiento del usuario. Los atacantes pueden gestionar y coordinar la red de bots a través de un servidor de comando y control (C&C), desde donde pueden enviar instrucciones a los dispositivos infectados.
Las botnets pueden variar en tamaño y complejidad, desde pequeñas redes de unos pocos dispositivos hasta vastas redes que pueden incluir millones de bots. A medida que la tecnología avanza, los atacantes han desarrollado técnicas más sofisticadas para ocultar sus botnets y hacerlas más resistentes a la detección. Por ejemplo, algunas botnets utilizan técnicas de «peer-to-peer» para eliminar un único punto de falla, lo que dificulta su desmantelamiento. La lucha contra las botnets es un desafío constante para los expertos en ciberseguridad, ya que estas redes representan una amenaza significativa para la seguridad en línea y la privacidad de los usuarios. En resumen, las botnets son una forma grave de ciberamenaza que utiliza dispositivos infectados para realizar actividades maliciosas y requieren medidas proactivas y reactivas para su mitigación.