El modelo cliente-servidor es un paradigma arquitectónico fundamental en el diseño de redes y aplicaciones distribuidas. En este modelo, las funciones se dividen entre dos entidades principales: el cliente y el servidor. El cliente es la aplicación o dispositivo que solicita recursos o servicios, mientras que el servidor es la entidad que proporciona esos recursos o servicios.
- Cliente: Generalmente, se refiere a la parte de la aplicación que se ejecuta en el lado del usuario. Puede ser una computadora, un teléfono inteligente o cualquier dispositivo que requiera acceso a los servicios del servidor. Los clientes envían solicitudes a los servidores y reciben respuestas en forma de datos, recursos o servicios. Ejemplos comunes de clientes incluyen navegadores web, aplicaciones móviles y programas de correo electrónico.
- Servidor: Es el sistema que proporciona servicios, recursos o datos a los clientes. Un servidor puede ser un software o hardware que escucha y responde a las solicitudes de los clientes. Los servidores pueden ser de diferentes tipos, como servidores web, servidores de bases de datos o servidores de correo electrónico. Cada tipo de servidor tiene funciones específicas y está diseñado para manejar múltiples solicitudes simultáneamente.
El modelo cliente-servidor permite una clara separación de responsabilidades, lo que facilita la escalabilidad y el mantenimiento. Por ejemplo, en una aplicación web, el cliente (navegador) solicita datos al servidor web, que los recupera de una base de datos y devuelve la información al cliente para su visualización. Esto permite que múltiples clientes accedan a los mismos recursos o servicios proporcionados por un servidor.
En resumen, el modelo cliente-servidor es una arquitectura fundamental en la computación moderna, donde los clientes interactúan con servidores para solicitar y recibir servicios, facilitando así la creación de aplicaciones y sistemas distribuidos eficientes y escalables.