Ciclo de CPU es el tiempo que tarda la unidad central de procesamiento (CPU) en ejecutar una operación básica, como leer una instrucción de la memoria o realizar una operación aritmética. Cada ciclo de CPU está sincronizado por un reloj interno que marca el ritmo de trabajo del procesador. La velocidad a la que una CPU ejecuta instrucciones se mide en términos de frecuencia, generalmente en hercios (Hz), indicando el número de ciclos por segundo que puede realizar.
El ciclo de CPU incluye varios pasos: primero, la unidad de control de la CPU recupera la instrucción de la memoria; luego, la instrucción es decodificada para que la CPU sepa qué operación realizar; y finalmente, se ejecuta la operación en los registros o en la unidad de procesamiento aritmético-lógica (ALU). Una instrucción simple puede completarse en uno o más ciclos, dependiendo de su complejidad y de la arquitectura del procesador.
La eficiencia de un procesador se mide, en parte, por cuántas instrucciones puede ejecutar en un solo ciclo. Procesadores más avanzados pueden ejecutar varias instrucciones simultáneamente gracias a técnicas como la pipelining o el procesamiento paralelo, aumentando la cantidad de trabajo que se puede realizar por ciclo de CPU. A mayor frecuencia de reloj, más ciclos por segundo se pueden ejecutar, lo que generalmente se traduce en un rendimiento más rápido del sistema.
En resumen, el ciclo de CPU es el elemento básico de funcionamiento de un procesador, marcando el tiempo en que se ejecuta cada instrucción. El rendimiento general de una CPU está directamente relacionado con la cantidad de ciclos por segundo que puede realizar y cuántas operaciones puede ejecutar en cada uno de esos ciclos.